EN BUSCA DE SENTIDO / ENCUENTROS

El concepto de que tenemos una mente torcida, inclinada hacia ciertos aspectos no saludables está presente en uno de los libros más antiguos: el Bhagavad Gita que data de hace unos 3.500 años, donde el príncipe Arjuna se va enfrentar a sus primos y no entiende cómo han podido llegar a este momento tan horrible de familiares peleando entre sí.
Auriga, quien conduce el carro de combate del príncipe Arjuna, es el dios Krishna, a quien le pregunta: ¿cómo es posible que esto haya llegado hasta aquí?, Krishna le responde “la mente es turbulenta, es compleja, me parece francamente difícil de manejar”.
Hace 2.500 años el príncipe Gautama Siddharta renuncia a su trono, deja a su mujer y su hijo recién nacido, Rajula, y se adentra tratando de encontrar por qué el ser humano sufre tanto. Se da cuenta de que hay un dolor inevitable, de la muerte, del envejecimiento, de la enfermedad.
Pero él intuye que hay algo más profundo por ese dolor, que se adhiere y lo hace más intenso y prolongado. Dedica 20 años de su vida a investigar y descubre que el problema efectivamente está en la mente, y que hay una forma de rectificar esa mente. Hay un escrito que describe el procedimiento exacto para tranquilizar y equilibrarla.
El mindfulness es la capacidad de prestar atención momento a momento a lo que está ocurriendo. Desde el punto de vista científico tiene todo el sentido del mundo porque se sabe que tenemos un circuito en el cerebro que se llama la red neuronal
Automáticamente hace que estemos constantemente distraídos, moviéndonos en la línea del tiempo; nos vamos al pasado generalmente para lamentarnos por algo que hicimos o dejamos de hacer, o nos proyectamos al futuro generalmente para preocuparnos por cosas que ni siquiera sabemos que han pasado.
Nosotros tenemos una parte del sistema nervioso, que se llama sistema nervioso autónomo vegetativo con dos ramas: el simpático y el parasimpático. Entonces, el circuito de la red neuronal por defecto, al llevarnos al pasado a lamentarnos, o al futuro a preocuparnos, genera estados de tensión interior. Esa tensión activa es una de las causas por las que sube la tensión arterial, empeora el funcionamiento del sistema inmune, hay trastornos digestivos, etc.
Lo que hace el mindfulness es re-equilibrar el sistema vegetativo haciendo que la rama parasimpática, sobre todo lo que se llama el vago anterior, el vago ventral, empieza a tomar mayor protagonismo.
¿Cuál es el efecto?
El efecto es una mejora en la tensión arterial, en el manejo del azúcar en la personas diabéticas, una mejora en el funcionamiento del sistema inmune y además dos elementos importantísimos: una potenciación de las capacidades cognitivas, toma de decisiones, capacidad de aprender, recordar, negociar y una mejora en una faceta importantísima en el ser humano que son las habilidades sociales.
Precisamente el sistema parasimpático es el sistema del encuentro, mientras que el sistema nervioso simpático es el sistema de la amenaza, de la protección frente al otro, frente al peligro. El mindfulness lo que hace de una forma extraordinariamente elegante es re-equilibrar los dos para que estemos en una situación de atención sin tener por ello que estar en una situación de alarma.
Neuroplasticidad
Es incuestionable que la neuroplasticidad, la formación de nuevas neuronas y nuevas conexiones es un hecho, no es una opinión. Sabemos que las personas que practican mindfulness experimentan neuroplasticidad.
Es decir, aumento del número de neuronas o aumento de conexiones en varias regiones, por ejemplo en los hipocampos. Los hipocampos son fundamentales sobre todo en dos cosas: el aprendizaje y el control del miedo.
La plasticidad afecta a una región que se llama de cíngulo anterior. El cíngulo anterior es clave en todas las relaciones humanas, o dicho en otra forma la inteligencia social. Finalmente, la parte conocida como corteza órbito frontal izquierda está justo encima de la órbita del ojo izquierdo, que controla la amígdala, desde la cual se liberan situaciones de miedo e ira. Imaginemos las ventajas de vivir con menos cantidades de miedo e ira.
Gobernar los pensamientos
Los pensamientos no los podemos bloquear porque hay una parte de nuestra mente que se llama "la mente dualista", que lo único que hace es fabricarlos. Intentar pararlos, como no querer pensar en un elefante rosa, pues lo único que te viene a la mente es un elefante rosa.
Los pensamientos se van a producir sí o sí, es parte del funcionamiento de la mente. Lo que hay que evitar es quedar atrapado en ese pensamiento. Por ejemplo, si a mí me viene el pensamiento de qué voy a cenar hoy por la noche, eso es normal que suceda, otra cosa es que yo ya me vea preparando la cena, lo que voy a cenar, si me va a gustar... ya me ha atrapado. El ejercicio de mindfulness no consiste en no tener pensamientos, sino que una vez que notas que el pensamiento te ha llegado, tomas consciencia de eso y vuelves a llevar la atención a lo que está ocurriendo aquí y ahora: tus sensaciones corporales, tu respiración.
Las personas que creen que lo que tienen que hacer es parar el pensamiento, jamás podrán incorporar esta práctica porque están haciendo lo contrario, lo que se resiste persiste. Por ejemplo: aparece una nube, vale, pues aquí está la nube, pero no me quedo envuelto en la nube porque yo soy el cielo, no soy la nube. Esa es la clave del mindfulness, por eso tan potente es el ejercicio que aquella persona que a lo mejor empieza a entrar directamente en un espacio de silencio y vacío, como aquella persona que no tiene más que pensamientos y sin embargo, cuando se da cuenta de que tiene un pensamiento dice: “ah pensamiento”; vuelve a la respiración con firmeza y con amabilidad y sin enfado, porque si vuelve irritado, se bloquea la práctica.
La metáfora de la ola gigante
Las metáforas a veces, desde mi punto de vista, son lo mejor para explicar conceptos que son bastante sutiles. Cuando una persona está muy tensa es como cuando está en la superficie de un mar revuelto. Entonces, todo le distrae, todo le altera, todo le afecta. Cuando empieza a dirigir su atención hacia el interior del cuerpo es como si empezara a bajar en profundidad, entonces si ya estás un poquito por debajo de las olas, todavía te sacuden pero no tanto como si estuvieras arriba.
Si sigues profundizando en la práctica llega un momento en que sí sabes que hay olas, pero tú estás cada vez en un sitio de mayor calma y de mayor silencio, hasta que llegas al fondo del mar y allí todo es paz, todo es silencio, todo es unidad.
El proceso es fascinante porque además electro encefalográficamente, cuando uno está en plena superficie, lo que tiene es un ritmo que se llama alto beta, es un ritmo muy acelerado, conforme va bajando es un beta ya más tranquilo. Luego pasas a un ritmo alfa, ya estás por debajo de las olas, luego pasas a un ritmo theta, ya estás todavía más abajo y puedes llegar hasta a un ritmo delta; pero en este estado es muy fácil quedarse dormido y a veces es difícil reconocerlo por las potencias eléctricas de algunos músculos, pero ese es el proceso y por eso, al final sabes que en la vida hay olas, pero no te alteran.
Tus pensamientos pueden hacerte daño
La mente humana es como un programa de ordenador, pero en el caso de pensamientos negativos es como si estuviera infectada por un virus y, eso es de lo que no nos hemos dado cuenta. No hay ningún problema con el encéfalo, no hay ningún problema con el cuerpo, sí hay un problema con lo que sería software.
Ya hace tres mil quinientos años hablaban de este virus, y cuando una persona se lo quita, su vida está mucho más equilibrada en todos los sentidos, es mucho más cercana, mucho más pacífica.
¿Qué es lo que ocurre? Que nosotros intentamos serenar la mente desde la mente. Y eso no se puede hacer. El propio Einstein decía que ningún problema importante puede ser resuelto en el mismo nivel de pensamiento en el que surgió, hay que trascender la mente.
Trascender, quiere decir, viene del verbo latino transcando, ir más allá, ir más allá de la mente. Dejar de estar atrapado por eso que fabrica la mente e irte a la experiencia directa de los sentidos.
Lo que pasa es que esto es tan contra intuitivo que muchas personas no le han dado valor, a pesar de que ha sido vigente durante tantos cientos de años. Ha tenido que ser la ciencia, la que, poniendo electrodos, haciendo mediciones bioquímicas, etc.; incluso a nivel molecular ha descubierto cómo algo tan sencillo como volver a los sentidos, es decir despegarse de esa tendencia a quedar atrapado en pensamientos normalmente creadores de ansiedad; tiene un impacto incluso a nivel de los cromosomas y ADN.
Cuando esto se ha mostrado y se han visto los datos han dicho bueno, esto será contraintuitivo, lo que está claro es que está mostrando un camino que previamente estaba velado.
El mundo real y el mundo de los pensamientos
Platón, hace dos mil quinientos años escribió en el séptimo libro, La República, el Mito de la Caverna. En ese libro explica que los niños hijos de esclavos, al nacer eran encadenados con argollas al interior de una cueva y crecían allí mirando una pared.
Hay un fuego detrás de ellos que no pueden ver y que proyecta unas sombras en la pared, porque las cosas que pasan delante del fuego. Los niños esclavos llegaron a interpretar el mundo como un mundo de sombras, no se les ocurre que haya otro mundo.
Por alguna razón que hoy desconocemos ha habido un condicionamiento mental, hemos ido comprando un espejismo y le hemos dado más valor que a la realidad y lo curioso es que el mundo real es infinitamente más benévolo que el mundo mental.
Si yo me doy un golpe en la calle me puede doler, eso es el mundo real. Pero el mundo mental es si me estoy todo el día insultando y humillando: "qué estúpido fui, que me caí cuando no me tenía que haber caído".
Lo que perpetúa el dolor físico, lo que perpetúa el dolor emocional no es el mundo real, es el mundo mental y separar esto, lo que se llama descolapsar la onda (un término de física cuántica) no es nada fácil, porque cómo le explicas a las personas que están adentro de la cueva y que han vivido toda su vida creyendo que hay un mundo de sombras, que el mundo tiene tres dimensiones y a colores; dirían: "éste se ha vuelto loco."
Lo que pasa es que esa percepción está profundamente limitada, y el gran desafío es poder transmitirlo a quien no lo ha vivido. Las personas que tienen experiencia de esto saben de lo que estoy hablando, saben que hay distintas dimensiones de la realidad.