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De qué cosas eres responsable; y de qué cosas, no

Actualizado: 25 ago 2020



DE QUÉ COSAS ERES RESPONSABLE; Y DE QUÉ COSAS, NO

Por: Daniel Colombo


Buscar el sentido en cada momento de la vida es lo que me motiva en este camino. El Master Coach Daniel Colombo escribe, en 2 artículos, sobre la responsabilidad como una herramienta de doble cara que invita a preguntarnos qué tan conscientes la practicamos y sus factores internos.


En el mundo hay personas responsables e irresponsables; incluso están aquellas que se hacen responsables de los demás -por más que se trate de otras personas mayores de edad-, y muchos más, irremediablemente irresponsables.


Este juego de palabras sirve de introducción para pensar acerca de qué significa la responsabilidad. En un sentido amplio, es hacerse cargo de las distintas cosas que tienen que ver contigo mismo.


También hay otro concepto, que quizás puedas considerar, y es el que da la pauta que puede sintetizarse así: “repons-habilidad” = habilidad para responder.


Responder ante lo que se presenta, lo que necesitamos hacer o completar, y todo aquello en lo que estamos directamente involucrados.


La palabra proviene del latín “responsum” (aquel que está obligado a responder de algo o de alguien). Asimismo, se relacionan los verbos “Respondere y Spondere”. El primero, significa defender o justificar un hecho en un juicio y el segundo, jurar, prometer o asumir una obligación.


De esta forma, concluimos en que la responsabilidad es asumir el involucramiento personal sobre cualquier hecho o acción en la que un sujeto forma parte, y, adicionalmente, hacerse cargo de las consecuencias de sus actos.


Desde muy pequeños se entrena a las personas en responsabilidad versus consecuencia de sus actos (lo que genera culpa); es una dinámica muy dañina esta última, la de crear personas culposas, ya que redundará directamente en la estructura síquica haciendo una configuración menos fuerte y subestimada de su propio potencial.


· Dos beneficios directos


El ser responsable tiene dos beneficios directos: por un lado, ser más honestos, generando un marco de confianza y credibilidad; y por otro, ser más autónomos, ya que de esta forma se asumen las consecuencias de los actos de la vida, promoviendo mejores decisiones y un espíritu de libertad individual.


Analizando a fondo estos beneficios, se observa que las personas irresponsables lo son, en su inmensa mayoría, por exactamente lo contrario: hay un marco esquivo a la verdad, esto deteriora la confianza, y, a la vez, no asumen las consecuencias que les tocan por actuar como lo hacen.


· De qué sí eres responsable


Para establecer más claramente el sentido profundo de la responsabilidad, es importante delimitar todo aquello de lo que sí eres responsable en forma personal e ineludible (más allá de que le esquives):


Si ya eres mayor de edad y tienes discernimiento -un concepto que la justicia toma en cuenta a la hora de hechos a juzgar, por ejemplo-, eres 100% responsable de tu vida, tus acciones, tus pensamientos, tus dichos y sus consecuencias directas e indirectas. De todo lo que dices que vas a hacer, de todo lo que necesitas hacer para alcanzar tus objetivos o los de los demás con los que te has comprometido, y de cualquier cosa, acción o pensamiento que depende de ti, y que te involucra, tanto en lo individual como en tu interacción con otros.


Incluso eres responsable de aquellas acciones en las que eres un partícipe activo -como puede ser un hecho de violencia que acontece frente a ti, y no haces nada por frenarlo, incluso si no eres el que lo infringe-.


· De qué no eres responsable


No eres responsable por lo que piensa otra persona, lo que hace por su cuenta y asumiendo su riesgo y consecuencias; sus problemas; sus dichos, sus acciones, y su comportamiento.


Aquí queda explícito el círculo de responsabilidad tuya, y de la otra persona que, como un ser independiente, necesita hacerse cargo de la parte que le toca.


Muchas personas endilgan la responsabilidad personal a otra persona, queriendo transferirle algo que es indelegable. Y peor aún: hay muchos adultos que asumen como propios los problemas de los demás por distintos motivos, como sentimiento de culpa, miedo al qué dirán, creencias limitantes, etc.


El sentido de la responsabilidad está íntimamente ligado al de tu libertad como ser humano. Y eso no se delega. (Daniel Colombo).



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